Esta película te rompe el corazón y lo vuelve a recomponer tantas veces que te deja sin aliento. Cuando quise verla se suponía que iba a ser una comedia romántica sin mayor trascendencia, de las que me gustan. No es que sea una película de culto, pero si se aleja de los temas habituales. Dejando a un lado que ni yo, que soy muy crédula, me crea que Helen Hunt tiene 39 años.
La película en el fondo trata de los errores que cambian nuestras vidas, de esos pequeños instantes en los que nos equivocamos, sabiéndolo o no. No sólo es una película sobre el amor, es una película sobre la vida, el perdón, las necesidades, los sueños y la soledad. Me recuerda la canción de The Coors, All the love in the world, solo que ella necesita más de uno, necesita una familia hecha de personas rotas como ella. A menudo eso es lo único que necesitamos.
Vives con la protagonista, se convierte en alguien de quien te preocupas, te enfadas con ella, le darías consejo, la dejarías llorar en tu hombro y te alegras por ella. En muchas ocasiones no entiendes por qué actúa así, pero no puedes apartar la mirada de la pantalla.
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