Te devuelve a la infancia. A ese maravilloso momento en el que todavía crees que todo es posible. Cuando te emocionabas con La princesa prometida o Dentro del laberinto. Te hace soñar. Te hace creer. Es divertida. Es mágica. Es brillante. Es como todos esos cuentos que nos han hecho soñar, creer, reir, llorar y hasta desear. Con sus malos malísimos, sus buenos incomprendidos e inocentes que maduran con la aventura. Con los amigos que ayudan al héroe, los enemigos que lo tienen tan cerca y a la vez tan lejos. Con aquellos que buscan algo que no encuentran y los que encuentran algo que no buscaban. Todos son fantásticos y románticos, aventureros y torpes, hermosos e imperfectos. Tal y como vemos las historias de niños. La historia se introduce lentamente en tus venas y atraviesas los peligros con ellos, vives con ellos los descubrimientos y conoces gente que se queda en tu corazoncito, incluso te enamoras con y de ellos.
La bruja, increíblemente interpretada por Michelle Pfeiffer. La estrella que más que una estrella es un ángel que extrae de todos a los que toca ese toque mágico. El héroe que descubre que el futuro no es siempre como uno planea, sino que la vida te muestra lo que necesitas. Los príncipes que descubren que la avaricia rompe el saco. Y el maravilloso De Niro que nos sorprende con un personaje inesperado, que aunque al principio recuerda a Hook pronto olvidamos este personaje y vemos el capitán Shakespeare en todo su esplendor. Los efectos especiales desaparecen haciéndose parte de la historia y encajando para contarnos el cuento. Una narrativa y una imagen claramente brillante y soñadora.
Nuestro corazón se transforma en un niño de 7 años capaz de creer aún que el mundo es un lugar maravilloso en donde las aventuras transforman y recompensan a los héroes, y en el que los malos reciben su merecido castigo.
Huele a palomitas dulces y a tarta que reposa en el alfeizar. Su tacto es suave como las manos de mama cuando te acarician. Y recuerda a los juegos infantiles bajo las sábanas más allá de la medianoche.
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