Es una canción. Hecha por y para aquellos un poco locos que quieran cambiar el mundo. Hecha para aquellos que oigan un latido en su interior y perciban la armonía del mundo. Hecha para aquellos que esperen que el amor les encuentre y les golpeé hasta que no puedan respirar.
Es triste y dura y tierna y desquiciante. Es una película sobre personas que pierden su rumbo. Sobre personas que pierden lo que aman, que pierden la música que da cuerda a sus vidas. Es como una caja de música que no tiene quien la disfrute, quien la abra y le de vida. Es una búsqueda entre el ruido. Es de una genialidad a menudo incomprendida. Es ruidosa como el metro y molesta como la sirena de una ambulancia. Te arrulla como un contrabajo y te da la esperanza de una guitarra.
El peor personaje de la película El Brujo, porque Robin Williams lo borda y lo detestas. Sufres hasta el momento en el que quieres quitar la película, una película que no acaba, que sólo es el principio. Los personajes negros le ayudarán a encontrar el camino y querrán hacerse cargo de él. La pega, los planos cortos no son creíbles, no dejas de pensar que no es él quien toca la guitarra. Ella, la dulce princesa Felicity, atraída por él, que tantas veces ha hecho de rebelde sin causa. El ritmo de la película es el ritmo de la canción que toca, es el ritmo del amor que los une. Una sinfonía de realidad y sueño, de tristeza, alegría y desengaño.
Para mi es como la canción de Vivo por ella, que si no lo has sentido, no la entiendes. No la recomiendo, no os digo que la veáis, pero si queréis verla deberíais pensar que a veces desafina como la vida y que a veces encuentra el tono correcto.
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