Me recuerda a City of Angels. Tiene moraleja, algo así como que el amor siempre vence y que siempre merece la pena. Sería peor si no la hubiese amado y, como diría mi madre, siempre hay un roto para un descosido.
Nadie es perfecto en el amor, y el amor nunca es perfecto. Sólo hay que encontrar a la persona que haga que merezca la pena pasar todas las miserias de la vida a su lado o por ella. Esa persona con la que un segundo significa toda una vida. En esta película encontramos personas con heridas y tiritas hechas justo a la medida necesaria. Aunque a veces hay que hacerse con muchas heridas para poder ir a que te pongan las tiritas. No pasará a ser una de mis películas favoritas, ni siquiera estará entre las que recomiende para una tarde aburrida, pero me gusta la moraleja.
Los que ya me conocéis, sabéis que Morgan Freeman no es mi actor favorito. Mi personaje favorito en esta película es esa pequeña niña que decide olvidarlo todo y saltar sin red hacia el amor, esa que se deja inundar y acaba ahogada en lágrimas.
A veces pienso que el amor es eso, es algo fuerte que te arrastra y que te hunde, pero después descubro como hacen en la película que siempre hay más amor que te salva y te rescata.
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